Parece extraño decir que hoy en día los trabajadores están dispuestos a aceptar una forma de pago no monetaria a cambio de sus servicios, y esto se debe principalmente a las lecciones que nos deja la pandemia actual y el valor emocional que los colaboradores comienzan a dar a ciertos aspectos de su vida laboral. Si bien todos están de acuerdo en que lo justo es recibir un pago justo por sus servicios, el año anterior ha demostrado cuán rápido puede cambiar la realidad de las personas, y esto no es algo ajeno a la realidad laboral. La reducción de sueldos, los despidos masivos y el cierre de empresas fueron panoramas familiares para muchos, medidas que tuvieron que tomarse en busca de mitigar el impacto de la crisis sanitaria y sus consecuencias económicas.
Como todo es aprendizaje, las empresas y sus colaboradores han reinterpretado el valor de su estadía laboral, aceptando reducir su sueldo y otras medidas similares a cambio de un pago no monetario, todo ello buscando mantener su lugar de trabajo conforme el mundo logra sobresalir de la crisis. Este fenómeno salarial es conocido como Salario Emocional, una forma de retribuir el trabajo de los colaboradores por medio de beneficios no económicos que contribuyan a una estancia laboral más cómoda y feliz.
Existen estudios que revelan que los trabajadores comienzan a valorar más estas experiencias laborales de carácter emocional como cursos de capacitación y actualización, horarios flexibles, o a los líderes de carácter más humano en los cuales puedan confiar, estando dispuestos a ciertos privilegios o prestaciones e incluso una reducción de salario. Esto se debe a que los trabajadores valoran más un entorno de trabajo más relajado, humano y flexible a cuantiosas prestaciones, que a nivel empresarial suelen representar los gastos más grandes de las compañías.
Buscando tener colaboradores más cómodos, felices y productivos, las compañías han implementado medidas de salario emocional en sus procesos, entre las que destacan:
- Formación y aprendizaje: los colaboradores prefieren actualizar sus conocimientos profesionales, aprender un nuevo idioma o tomar un curso de capacitación, a recibir un bono transaccional que al final no produce ningún crecimiento personal más allá de la riqueza personal.
- Horarios flexibles: ofrecer la posibilidad de no estar sometidos a un reloj eliminando checadores de entrada y salida los motiva a comprometerse sintiendo la confianza depositada en ellos, la cual elimina completamente el estrés generado por la prisa y la urgencia de “llegar”. Por otra parte, el Home Office ha demostrado sus grandes beneficios, siendo muchas veces una modalidad de trabajo híbrido la clave para incrementar la productividad y mantener a los colaboradores relajados y dispuestos.
- Días personales: ofrecer días para uso personal, sin importar en que lo utilicen los colaboradores, ofrece un descanso muchas veces necesario de la vida laboral. Entre los posibles usos se encuentran consultas y chequeos médicos, mantenimiento de sus vehículos, mudanzas, juntas escolares, atender asuntos burocráticos, entre otros.
- Áreas de esparcimiento: dentro de las instalaciones corporativas, los trabajadores aprecian sobremanera el contar con espacios dedicados especialmente a la relajación durante su descanso o a la hora de comer, adecuados para hacerlos sentir cómodos y distraerse del entorno corporativo un momento.
El pago emocional por medio de experiencias laborales resulta sumamente atractivo para los trabajadores, por lo cual, esta tendencia se sustenta en base a la comodidad otorgada al colaborador, a la reducción del factor estrés, y la felicidad que se percibe en los trabajadores tras su pago emocional justo, mismo que genera una estabilidad emocional altamente productiva.
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