Uno de los legados más significativos que nos ha dejado la pandemia ha sido la modalidad de trabajo a distancia, que, aunque no es una novedad, ha llegado al ámbito laboral para cambiar la forma de trabajar del siglo XXI. El trabajo remoto se presentó como la alternativa perfecta para salvaguardar la salud de los colaboradores sin detener por completo la operación de las empresas. A distancia, los trabajadores tienen la practicidad de operar desde la seguridad de sus hogares, evitando con esto el riesgo de contagio, a lo que se suman otros beneficios como lo son el no transportarse a la oficina y atender asuntos menores personales siempre que y cuando la operación no se vea afectada.
2020 significó la implementación del trabajo remoto, pero el 2021 y el paulatino regreso a las oficinas y a la “normalidad” replanteó la forma de realizar las labores de oficina. Demostrando ser realmente práctico e igual de efectivo que el trabajo presencial, la modalidad a distancia no se eliminó del panorama laboral por completo, sino que se adaptó a una nueva modalidad que mezclaba la operación remota y la presencial en un modelo de trabajo híbrido. Esta nueva forma de trabajar ofrece la formalidad del trabajo presencial en la oficina, con el equipo y lugar de trabajo que esto implica, así como la practicidad de operar de manera remota, ya sea en casa o en cualquier otro lugar, con las comodidades y beneficios que la acompañan.
Dentro del modelo híbrido existen diferentes formas de implementarlo, priorizando ya sea en la forma presencial o en el trabajo a distancia. Cuando la prioridad es el trabajo remoto, el trabajador tiene como modalidad principal la operación a distancia, asistiendo a su oficina o corporativo solamente las veces que sea sumamente necesario, ya sea para juntas de trabajo, eventos, o que sus actividades lo vean realmente necesarios. Por otra parte, cuando la prioridad es el trabajo presencial, el trabajo remoto pasa a ser algo ocasional. La mayoría de las veces el trabajo presencial suele ser el prioritario, aunque hoy en día las empresas no consideran esta realidad un factor determinante para estructurar un buen plan de modalidad híbrida, que ofrece tanto la asistencia a la oficina como el trabajo remoto de igual manera, claro está, siempre que la productividad no se vea afectada.
La cuestión aquí es ¿Cómo mantener el liderazgo y coordinación en una modalidad que ofrece de alguna forma tanta libertad laboral? Un buen líder, no jefe, conoce bien a su equipo, conoce sus capacidades y sus personalidades. Cuando se llega a este punto de instaurar una modalidad híbrida, todos, tanto líderes como subordinados tienen que poner de su parte. Para ello, factores como la confianza, la responsabilidad, el profesionalismo y, sobre todo, la comunicación, son sumamente importantes para garantizar el éxito de implementar un modelo híbrido. Por ello, el liderazgo a distancia puede mantenerse contando con un equipo responsable y profesional, capaz de poder operar de forma remota sin ningún inconveniente, manteniendo una comunicación constante con su equipo y monitoreando sus actividades y resultados.
EL modelo híbrido podría convertirse en la forma de trabajo ideal de nuestra era, pues mezcla la formalidad de un trabajo presencial de oficina y su tradicional operatividad, con la practicidad de la era digital y el trabajo remoto, todo ello ofreciendo los mismos e incluso mejores resultados, mayor productividad, y algo muy importante que se suele olvidar, mantener al equipo de trabajo cómodo y felices de pertenecer a la compañía.
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