Todo ser humano es capaz de desarrollarse como profesionista, y tiene derecho a ejercer su profesión sin ningún tipo de impedimento que tenga como objetivo discriminar a alguien por su condición, creencia, raza, orientación sexual o identidad de género. La comunidad LGBTQ+, aquella que reúne las identidades de género que no se alinean a los géneros tradicionales de hombre y mujer, es uno de los grupos vulnerables que más discriminación y acoso recibe en el entorno laboral, misma que tiene un origen aún más temprano, ya sea en la escuela misma o durante la búsqueda de empleo.
Lamentablemente, la discriminación, el acoso y la violencia no terminan en el reclutamiento, pues una situación bastante común es que una vez dentro de las organizaciones, los miembros de la comunidad se vean en constante rechazo por parte de sus compañeros de trabajo, situación que minimiza su presencia y los convierte en trabajadores insatisfechos con su trabajo. Para contrarrestar estas situaciones, y hacer de la cultura organizacional un lugar ideal para trabajar sin distinciones ni prejuicios, es recomendable educar al personal con prácticas de inclusión, informativas y de respeto. Ofrecer un espacio de confianza donde puedan sentirse plenos de manifestar quienes son al tiempo que ejercen su profesión en un ambiente de paz y respeto, convierte a la organización en un entorno inclusivo, sano y a la altura de los tiempos modernos.
Juzgar por una identidad de género o por las preferencias de alguien no debe ser razón para negar la oportunidad laboral a alguien o hacer de su estadía en una empresa un verdadero martirio. Optemos por promover la integración, el respeto, educarnos a nosotros mismos sobre la modernidad humana y hacer de nuestros espacios laborales lugares seguros para vivir plenamente la identidad y la profesión de todas las personas.
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